. “Como Estado, España ha cedido demasiado a otros la gestión del interés general”.
. “La derrota de ETA no sólo es policial y judicial: ha de ser también política y cultural”.
En plena convulsión en España por la afrenta independentista del nacionalismo catalán, y ante diversas incertidumbres que acechan a Europa, el ex primer ministro francés Manuel Valls recibe en San Sebastián el Premio Gregorio Ordóñez, que encarna la defensa de la democracia ante los retos más difíciles. La acogida en la capital donostiarra a Manuel Valls (Barcelona, 1962) está a la altura de quien –si Francia no hubiera vivido el mayor revolcón político de los últimos tiempos- hubiera podido ser el presidente de la República. Las discrepancias internas entre los distintos equipos del PP de las etapas de Aznar y Rajoy quedan en segundo plano ante la llegada de Valls. El ex primer ministro de Francia también es arropado por representantes del PSOE y Ciudadanos. El nacionalismo vasco no asiste.
En el hotel Londres de San Sebastián donde se celebra el acto, Manuel Valls habla claro. Acaba de cumplirse el 23 aniversario del asesinato de Gregorio Ordóñez. Y al evocar a Gregorio, surge un cierto paralelismo entre ambos líderes, tanto en el aspecto generacional como de talante. Propagaron discursos diáfanos, sin las cortapisas de la pertenencia a unas siglas. Valls es diputado hoy de la Asamblea Nacional Francesa por las listas del partido de Macron, tras abandonar el que fue su partido (PSF) durante 37 años. Ex ministro de Interior y ex primer ministro francés se refiere a ETA: “Su derrota no sólo es policial y judicial, tiene que ser también política y cultural”. Al día siguiente honra ante su tumba a Fernando Múgica, el dirigente socialista vasco asesinado por ETA apenas un año después del asesinato de Ordóñez. Está en una de las ciudades más ensangrentadas por el terrorismo de ETA con casi cien víctimas. Sobre las raíces del mal, alerta: “Cuidado con intentar comprender, porque es justificar”.
P. Su posición como ministro de Interior de Francia y después como primer ministro de la Republica (2014 -2016), en la fase final de ETA, fue determinante para rechazar negociaciones políticas con la banda. Ha dicho que la derrota del terrorismo no sólo debe ser policial y judicial sino también “política y cultural”. Pero no cree usted que hasta llegar aquí, en Europa no se comprendió la verdadera dimensión de la tragedia que se vivió aquí?
V. En Europa no lo sé. A lo mejor el peso de lo que fue el franquismo durante años y el desastre de la guerra civil española hizo que partidos políticos y sobre todo en la izquierda europea se pensara, no en una justificación, pero sí en unas justificaciones para entender lo que pasaba con el terrorismo. Pero yo creo que en cierta forma, en general, y sobre todo a partir de 1982, con la victoria de Felipe González, y antes con Mitterrand, pero ya a mitad de los años ochenta -a pesar de los GAL- cambiaron las cosas. De forma general, más allá del País Vasco-francés, la izquierda francesa se alejó de la complacencia respecto a los actos terroristas, ETA, Brigadas Rojas, etcétera, y se llegó a la convicción de que en una democracia como España o Italia, no se podía justificar un acto terrorista .
P. Pero… ¿Se estuvo a la altura en aquellos tiempos de intensa actividad terrorista?
V. Tengo 37 años de militancia en la izquierda francesa. En la izquierda siempre ha habido cierta amnesia o ambigüedad, respecto al terrorismo, cuando venía, digamos, de la izquierda o de la liberación de un pueblo. Recordemos a intelectuales como Sastre que pudieron justificar algunos. Y de forma general, el debate continúa hoy respecto al terrorismo que tenemos en casa: el yihadista. Lo dije recientemente de una forma que fue muy criticada: “Comprender es casi justificar”. Porque, por supuesto que hay que indagar en lo que pasa o ha pasado, pero, cuidado con todo lo que se va a justificar con las causas (que si son pobres, que si el viejo colonialismo francés, que si los aspectos sociales… ) En democracia no hay causa. Hay discusión, hay pobreza, hay problemas, pero en una democracia tomar las armas no es posible.
“En Francia, la respuesta a un movimiento separatista sería casi más dura”
(Manuel Valls va de un tema a otro con suma facilidad para abordar los desafíos actuales. Las preguntas dejan de ser necesarias. Y al hablar de las causas de los conflictos llega al problema planteado por los dirigentes secesionistas de Cataluña)
V. – Esto viene a cuento de la respuesta que tiene que dar el Estado de Derecho. En esto como en todo. Respecto al problema, por ejemplo, de lo que ha pasado en Cataluña. Ahora surge el debate y hay quien se pregunta: ‘¿Qué está haciendo España al meter en la cárcel a los líderes independentistas catalanes?´ Hubo muchos que criticaron lo que estaba pasando: que si ello iba a justificar a los independentistas, que si se iba a empeorar la situación.. Pero qué pasaría en Francia si hubiera un movimiento separatista en una región? La respuesta sería casi más dura.
P.- Ha hablado usted de la crisis de la socialdemocracia. Una crisis que también afecta a los partidos liberales y conservadores. En definitiva a los dos bastiones ideológicos que construyeron Europa. ¿ Se pueden rearmar o estamos ante algo nuevo?
V. Estamos en un momento peligroso para Europa. Hay historiadores que piensan en la fragilidad del mundo y pueden pensar que Europa puede salir de la historia del siglo XXI. Y al mismo tiempo, somos una civilización increíble, que ha sido capaz de implantar la democracia y el Estado del Bienestar. Por supuesto es una gran potencia económica, pero ahí están China, India, Estados Unidos, África en cualquier momento.. Y todo esto nos impone reinventar el proyecto europeo. Es un momento difícil; además está el Brexit y el hecho de que el aliado de Europa (EEUU) se esté comportando de una forma muy extraña. Y la salida de Inglaterra es difícil de entender.
En Europa ahora mismo hay una crisis muy fuerte, que todo el mundo conoce. Desde la elección de Trump hasta el problema catalán. Esa crisis de identidad de cada uno, de cada pueblo.. que hace que cada uno se comporte de forma muy egoísta, es decir, lo que le importa es lo que piense su familia, lo que piense su región, y no el interés general.
“Si los Estado nación se rompen, Europa se cae en pedazos”
Por eso, lo que pasó en Cataluña fue muy importante. Si intervine en el debate no sólo fue porque nací en Barcelona, sino como europeo. Porque España es un estado-nación muy importante. Hay tres importantes: Inglaterra, Francia y España. Alemania e Italia son construcciones más recientes en la Historia. Si se parte España, es el final del proyecto europeo.
Después del fracaso de las ideologías del siglo XX (fascismo y comunismo), de las guerras, de la Shoah, los países que han hecho las guerras durante siglos deciden compartir los mismos valores en torno a la democracia y el Estado del Bienestar. Si los Estados nación se rompen, Europa se cae en pedazos. Se va Europa, se rompe. Europa no es una federación de ciudades o regiones, es la federación de estados nacionales. Y España tiene un papel relevante en el Mediterráneo, en América Latina, y en el idioma español.
P.- Estamos pues ante la crisis de lo conocido y la incertidumbre hacia lo nuevo.
V. Es una crisis de identidad cultural y de miedo a perder lo que somos que se da en distintos países como Francia, con la subida del populismo, o en Alemania y en países del norte como Austria, etcétera. En los países del norte de Europa hay miedo porque tenemos gente nueva, y hay manifestaciones de tipo fascista . Han naciones que estaban unidas, que son católicas, protestantes, conservadoras, sin inmigración, y que tienen miedo. Tenemos que ir con cuidado . Y en medio de todo eso está la crisis de la socialdemocracia. Yo creo que estamos viviendo el fin del ciclo de la historia de la socialdemocracia. Los partidos conservadores, como bien apuntaba usted, aunque sean mas… elásticos, por así decirlo, pero también tienen por supuesto a su derecha el populismo en Francia o Alemania. Se tiene que reinventar el proyecto europeo y también los partidos políticos. En Francia lo hemos hecho de forma muy brutal, y yo soy una de las pocas incorporaciones del viejo mundo en la Asamblea Nacional. Y en España lo estamos viendo un poco con Ciudadanos.
P.- Hablemos de España.
V. Yo quiero ser muy prudente porque no vivo aquí, pero creo que hay la posibilidad de reinventar lo que es ser español, y hablar de ser español y de patriotismo a la manera francesa, sin tener miedo a la historia pasada por el franquismo. Es un complejo absurdo. Nación y Estado. En España hay un Estado que ha dejado demasiado a otros la gestión del interés general.
P.- Premio Gregorio Ordóñez. ¿Qué impresión le evoca su figura?
V. Aquí se entiende, pero se debe entender también desde fuera, lo que representa que a un presidente de un partido político, alguien que tenía el futuro por delante y que podría ser, a lo mejor, alcalde de San Sebastián o quién sabe, le quiten la vida de forma tan cobarde. Eso no se tiene que olvidar. Lo peor de nuestras sociedades modernas es la falta de memoria. Y España –como Francia- tienen en sus memorias páginas negras en la historia. Tenemos pues que celebrar, no sólo de forma nostálgica sino aprovechar, en el buen sentido, esa memoria para unir a la sociedad. En ETA se ha producido un desarme, pero eso no es suficiente. Hay que acabar con su historia.